Cada vez que nos enfrentamos a un problema escolar con nuestros pequeños alumnos y alumnas, llegamos siempre a la misma conclusión. Sea cual sea la solución que se esté buscando, requiere tiempo y calma…
Tiempo y calma para mirar más allá de donde la vista nos lleva.
Tiempo y calma para reflexionar.
Tiempo y calma para sentir.
Tiempo y calma para escuchar.
Tiempo y calma para dialogar.
Tiempo y calma para perseverar en la búsqueda de soluciones.
Esto nos sirve también para llevarlo a la educación de los hijos, y por qué no, a nuestras relaciones personales.